9/3/09

High water everywhere



Aviso: Fragmento escrito en una situación anterior.

Aquí falta algo. Madrid. Una habitación pequeña, nadie, luz a las 5 de la mañana... eso no puede ser bueno. Sentado en el suelo, hay sillas de sobra. Aquí el estado de embriaguez es inevitable. Dudas. Es uno de esos días en los que necesito un folio, un boli y drogarme, pero hoy no me siento capaz de sorprenderme a mí mismo. Recuerdos involuntarios. Quiero dormir, pero tengo complejo de búho. Demasiado tiempo. Antes era una persona de fácil conversación, cuando encontraba a alguien que compartía gustos conmigo me apasionaba y convertía la situación en algo grandilocuente. Me he vuelto huraño, como un... ¿viudo? Siempre pensé que me mataría si a la madre de mis hijos le pasara algo y se muriera delante mía o antes que yo, ahora veo claro que no tendría que hacer nada, que me mataría la tristeza, como a la mayoría de los que les pasa. Sobretodo en mi caso, no soy nadie yo para estas cosas... en un par de años, sería inevitable. Me está matando esa tristeza a la que tanto aprecio tenía y que salía inmensa de la nada y me ayudaba a escribir. Ahora puedo sentir como voy despegándome de mi alrededor cada día, poco a poco. Será mejor decir que sin culpables. No sé si me quedan un par de años, mi descomposición está bastante avanzada, por no hablar de que creo que tengo cáncer de colon. Empezó hace un par de años. Prefiero dejarlo correr y que haga lo que tenga que hacer. Nunca he sido hipocondríaco. Dudas. Odio todo lo que se va... casi tanto como todo lo que se queda. Dicen que soy demasiado trascendental. Dicen muchas cosas. Supongo que me conocen mejor que yo, que al fin y al cabo soy un extraño. No sé por dónde cogerme. Hay cosas esperándome a la vuelta de la esquina. Siempre me han visto como alguien raro, creo que tienen espectativas muy superiores a la realidad en mi caso. No me gustaría triunfar, el éxito es un sueño de imbéciles que no sirve de nada. No hay religión que me acoja sin querer transformarme antes, así que no hay religión. No creo en el dinero. A veces tengo verdaderos delirios y veo visiones. Me preocuparía por esas cosas si no fueran lo mejor que me han pasado últimamente. El otro día soñé algo hermoso que surgió de la nada y que me hizo sentir completo. Ya no recordaba aquella sensación. Después, desperté en una especie de antro, aún en el sueño. Fue un buen sueño. Odio soñar, no me sirve de mucho. Al final el amor es la solución, que dirían los poetas. Los poetas, qué grandes eran. Tan grandes que abandonaron la carrera de Derecho para ponerse a escribir a tiempo completo. Si digo que eran otros tiempos solo sería un intento de justificar mi falta de talento. Yo no sería capaz de vivir de lo que escribo, siempre he sido un fracaso y, aunque no lo fuera, ya he dicho que no me atrae el éxito. Un fracaso apoteósico, no hay palabras que puedan definirme mejor. Aunque quizá el éxito me llevara a conocer a alguien. Como si eso fuera lo que me hace falta. Son cosas que no necesito, que no tienen ningún sentido. Además, no se me da bien escribir, no sé por qué me empeño tanto. No sé por qué me empeño tanto en todo en lo que me empeño. Es más fácil dejar de mirar los problemas y esquivarlos, pero no creo que lleguen a solucionarse solos. Además, no es mi estilo. Hacer como que he olvidado mis recuerdos favoritos... ¿a quién pretendo engañar? Lo especial no puede ser olvidado, no se presta a que lo maten. Y huir es evitar lo que me rodea en realidad, pero el problema no es aquello que me rodea, sino yo mismo, por eso si no lo soluciono afrontándolo voy tener que estar huyendo de mí toda la vida y eso no es una verdadera solución, las cosas no se van así como así. Prefiero arreglarlo todo directamente, hacer oídos sordos está bien cuando lo que no te gusta es algo que ves en los demás, pero cuando es algo de ti mismo hay que plantar cara. Todo el mundo tiene la fuerza suficiente como para plantarse cara a sí mismos, aunque crean que no. Soy la persona que más se critica de todas las que conozco. Me tengo sometido a un maltrato psicológico del que soy plenamente consciente, me exijo demasiado en ese aspecto. Y cuánto más se me acerca alguien, más le exijo, hasta que se ha acercado tanto como para exigirle lo mismo que me exijo a mí y entonces se va. Normal, yo también me iría si pudiera. Funeral. ¿Funeral? Funeral. No sé por qué me atacan temas tan sombríos, tampoco es que me obsesionen, no me los tomo demasiado en serio. En mi funeral me gustaría que todas las personas que fueran leyeran un pasaje de cada uno de mis libros favoritos, cada persona leería un pasaje distinto y todas lo leerían a la vez. El lío que se haría con la mezcla de todas esas voces leyendo cada una algo distinto reproduciría más o menos lo que es estar en mi cabeza. Pienso ahora en que en la tumba de Arnold Schwarzenegger pondrá ‘volveré’. Un epitafio macabro, también tiene gracia. Un epitafio mide la importancia de las cosas. En él suelen poner ‘amado esposo y padre’ o algo así. No suelen poner ‘sacaba notazas en sus estudios’, así que tampoco hay que sacar notazas, no es importante. Quizá tenga que esforzarme en ser un buen esposo o un buen padre, pero no quiero tener hijos. No quiero traer a nadie a esta mierda, estarían resentidos conmigo y con razón. Pero la vida también sabe ser bella y hemos nacido para reproducirnos. Somos una plaga. No sé si voy a ser el siguiente Charles Manson o el siguiente Miguel Hernández, aunque, como dicen por ahí, más sabe de amor el asesino que el poeta. Dicen muchas cosas. Aquí falta algo. Me gustaría reconciliarme conmigo mismo, eso lo primero. Me gustaría ser yo mismo y no esto. Estoy cansado de ser mi sombra. Se me ha ocurrido un puñado de frases buenas, pero los destinatarios las han despreciado por estar hechas de palabras. No me gustan las palabras, pero me hacen falta. A mí y a todo el mundo. Quizá cuando falte cobren mayor fuerza de la que tienen hoy. Cuando falte me echarán de menos las personas equivocadas. No estoy obsesionado con la muerte, si hablo tan alegremente de ella es porque la he asumido con toda la naturalidad que la caracteriza. Cuando me preguntaban de pequeño que qué quería ser de mayor, siempre pensaba en que quería ser un señor trajeado dentro de una caja durmiendo plácidamente sin que pudieran molestarle ni despertarle. Es coña, pero siempre me ha apasionado dormir, aunque últimamente no lo disfrute demasiado. Siempre he sido demasiado precoz. A veces pienso que nací cansado de buscar y este mundo no inspira todo lo que debiera. Estoy a favor del aborto. Totalmente. El otro día vi un debate basura en Intereconomía en el que todos estaban de acuerdo y mostraban los restos de un aborto, como sacaban al feto inerte del vientre de la que iba a ser su madre y como lo descuartizaban y lo trituraban después, solo para convencernos de que estábamos ante un crimen, no ante un derecho. A diferencia de ellos, creo en la libertad y en que la vida comienza con el nacimiento o con el momento en el que nacer es viable y el feto puede sobrevivir más o menos solo, es decir, creo en el aborto cuando el feto es inferior a los 6-7 meses. Hasta entonces ni siquiera es un ser vivo, no está capacitado para cumplir las funciones de un ser vivo. Hasta entonces es un parásito. Muchos, después de haber sido paridos, siguen siendo parásitos. A ver si se nos pasa a todos esta concepción ultra-trascendental de la vida y empezamos a darle a las cosas la importancia que realmente tienen. Creo en el aborto y odio a Juan Manuel de Prada y su verborrea propagandística. Odio a todos los que intentan lavar cerebros, por eso reventaría todas las sedes de los partidos políticos y las Cortes si pudiera. Los políticos españoles cogieron la democracia española y la destrozaron desde el principio, lo que queda hoy es anecdótico. Me gustaría que mi epitafio fuera ‘liberador de mentes’ o alguna frase pomposa que tuviera que ver con que siempre intento hablar con librepensadores y, cuando una persona no lo es, me empeño y me dedico hasta que lo sea a base de defender pensamientos contrarios a los suyos y darle razones para que vea que nada es blanco o negro. Adoro a los librepensadores, son gente que no se cierra en banda con una forma de ver las cosas, sino que tolera e incluso pueden cambiar de opinión radicalmente. Tengo mucho que aprender de ellos. Me gusta ese tipo de flexibilidad en la mente de las personas e intento sacar a aquellos que se enclaustran en lo fácil o simplemente que se encierran en su verdad. Todo el mundo tiene su verdad y todas son en realidad mentira. Aunque la realidad no le importe a nadie un pimiento. Es como lo de las vocaciones. Yo tenía una especie de vocación por algo que se fue y desde entonces todo es demasiado relativo. Me gustaría volver a tener esa determinación, esa especie de luz que no veía nadie excepto yo y que me aseguraba que todo iría bien y que iba a conseguir lo que quisiera. Ahora siento que no voy a conseguir nada de lo que pueda proponerme o que da igual conseguirlo porque no me sirve de mucho. No sé qué hacer al respecto. He puesto el piloto automático y he estado evitando todo eso, entretenido con exámenes y cosas a corto plazo que desvían la atención, pero cuando vuelvo a tomar los mandos todo sigue ahí y veo que no es forma. Miro atrás y tengo la sensación de no haber hecho nada en absoluto, no recuerdo nada de lo que he hecho que merezca la pena. Aunque tampoco hay que ser tan negativo, en realidad suelo ser optimista, incluso cuando la vida no me da razones. Incluso cuando me las quita. Estoy hecho polvo y mis ojos ya empiezan a cerrarse. Es hora de dejar esto y dormir, a ver cómo van las cosas mañana.