6/1/11

La tradición

¡Ay, la tradición! Ese ente ajeno y abstracto que ni vale ni sirve, esa oda a la rutina y al hacer las cosas porque sí; qué sería de nosotros sin la tradición. Quizá podríamos cambiar nuestro mecanismo mental, nuestra forma de pensar y ver las cosas más claras, ver lo que uno quiere hacer con su vida... pero eso sería lo fatal, dejemos ahí ese quiste. La única tradición válida es la del cambio constante, la de no sujetar (ni dejarse sujetar por) el tiempo, ni pasado ni presente ni futuro. Es la única tradición que atiende a tus necesidades, gustos y ganas de libertad, sean cuales sean en ese momento. Si aceptas que todo cambia, aceptas ser libre. Si las tradiciones se fundan sobre circunstancias puntuales no hay por qué seguirlas; las tuyas pueden ser distintas en ese momento, no hay nada malo en ello y es a estas últimas a las que hay que hacer caso. Lo que estoy diciendo puede simplificarse: ¿no comerías comida caliente en verano por ser verano, aunque te apetezca mucho? ¿no pillarías un helado en pleno invierno aunque tengas ganas de helado? De estos ejemplos fáciles puede extraerse una visión que afecta a cada pincelada del cuadro y al conjunto del mismo, llevándose las tradiciones, lo rutinario y los hábitos por delante. Siente lo que hagas y haz lo que sientas, no hagas las cosas por hacerlas ni por compromiso ni por tradición. Que se joda la tradición.