A veces con todo esto de que al final voy a cogerme algo me veo un futuro clerical por delante. Me veo de fraile haciendo quesos de bola, esos quesos grandes que anuncian con mucho mimo en habitaciones de piedra y madera y violines elevando la calidad del spot con un sello ''remanso de paz''. El sello remanso es por lo que me veo de fraile, me gustaría que hubiera algún anuncio más interesándose por lo rústico-arcaico con esas promesas. Mientras que a la mayoría le venden un queso hecho con humanidad, con el cariño del pederasta, con la dedicación meticulosa del que construye un barco dentro de una botella, con la artesanía de la época de los oficios, con la ternura que vuelca un niño en la manualidad que regalará a su madre en el día de la madre, a mí me venden convento. El paraíso salta a la vista: es un spa eterno y sin vapor, haz quesos humildes como si tu cuerpo estuviera tendido al sol, colgando de tu alma en una soledad cálida, con la ciencia de la oscuridad veraniega de las fresqueras. No, y esos quesos es que vienen rezados, los rezan. Ahora tienes que rezar el queso. Es lo más importante, por eso saben tan bien, porque saben a rezado. Ese es el secreto que está en la masa, lo que lo diferencia de los quesos laicos. Los frailes lo hacen, tienen que rezarlos a medida que los van haciendo y cuando ya los van terminando; rezar un queso con cariño, con urgencia cuando han salido un poco malejos, muchas horas rezándolos, mucha faena. No te vayas tú a creer que hacer quesos es una tontería y más ahora que está consolidándose la figura del probador de quesos, muy al hilo del probador de vinos. Ellos también utilizan palabras como 'afrutao' o 'atemperao' (le quitan la d a las palabras, la primera remesa de probadores ha salido así). El día que están preparados los quesos para que los pongan en circulación llegan los probadores y comienza la degustación. Los frailes han hecho aquello con toda la bondad de su corazón, algunos salen heridos, muy mal parados de la crítica a la que se ven sometidos. Despojados de sus buenas intenciones, arrebatada su inocencia al ver como desvirgan a sus criaturitas delante suya, los frailes volverán a los quesos intentando corregir lo que fue criticado con las frases tomando sus mentes: ''no está tan rezao como el anterior... y éste está muy rezao, demasiado rezao para mi gusto... le habéis echao mucho rezo a éste... (y crítica agresiva) ¡pero si esto está malrezao! ¡¿Quién ha rezao esto?!'' (al final se especializa tanto la crítica que si te has equivocado en una palabra de un Padrenuestro esta gente supongo que lo notará, no les sabrá tan bien el queso, a saber). A mí la idea me atrae. Corta ya, tarao, corta ya.
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