15/4/12

García Lorca predijo el cuándo, dónde y cómo de su propia muerte

La sensibilidad de Federico García Lorca iba más allá de su propia existencia. Prueba de ello es toda su obra poética, desbordante y llena de misterio, que sólo te permite amar al poeta y a la persona; todos los poemas parecen escritos de noche y parecen escritos por un niño inocente, indefenso ante la crueldad que muchos procuran imprimir a esta vida. Pero la sensibilidad ilimitada de Lorca le permitía trascender (lo contrario de evadir) sus circunstancias y llegar hasta la raíz de la vida, tratando con elocuencia y certeza incluso su propia muerte.

Lorca fue fusilado junto a tres personas más en la travesía o barranco de los pueblos de Víznar y Alfacar de Granada en la madrugada del 18 de agosto de 1936. La zona es un pequeño desfiladero rodeado de montañas y una fuente llamada "fuente grande" o "fuente de las lágrimas" donde, avanzada la guerra, fusilarían a varios cientos de personas. Los restos de Lorca siguen allí, después de varias excavaciones, búsquedas y testimonios de sus asesinos, enterradores y vecinos de ambas localidades, no han sido encontrados.

A continuación, reproduzco textos de sus poemas (todos escritos antes de 1936) y testimonios sobre este tema:


Fragmento de Fábula y rueda de los tres amigos:

Cuando se hundieron las formas puras
bajo el cri cri de las margaritas,
comprendí que me habían asesinado.
Recorrieron los cafés y los cementerios y las iglesias,
abrieron los toneles y los armarios,
destrozaron tres esqueletos
para arrancar sus dientes de oro.
Ya no me encontraron.
¿No me encontraron?
No. No me encontraron.
Pero se supo que la sexta luna
huyó torrente arriba,
y que el mar recordó ¡de pronto!
los nombres de todos sus ahogados.

(Coincide con su propia muerte encontrarse en campo abierto, el asesinato, su búsqueda y tres esqueletos como los tres hombres que fueron fusilados junt o a él, así como que no fuera encontrado y parece predecir una situación aún futura: hasta que no se inicie una búsqueda e identificación de todos los fusilados en la zona, no será encontrado)

 
Fragmento de Romance del emplazado:

El veinticinco de junio
le dijeron a el Amargo:
Ya puedes cortar si gustas
las adelfas de tu patio.
Pinta una cruz en la puerta
y pon tu nombre debajo,
porque cicutas y ortigas
nacerán en tu costado,
y agujas de cal mojada
te morderán los zapatos.
Será de noche, en lo oscuro,
por los montes imantados,
donde los bueyes del agua
beben los juncos soñando.

Pide luces y campanas.
Aprende a cruzar las manos,
y gusta los aires fríos
de metales y peñascos.
Porque dentro de dos meses
yacerás amortajado.

(Coincide con su propia muerte contar dos meses a partir del 25 de junio; Lorca fue asesinado el 18 de agosto y había viajado desde Madrid a Granada ya en junio, notando desde entonces en el ambiente la conspiranoia y la envidia que le obligaba a permanecer recluído en casa para evitar causar problemas a su familia y amigos con la derecha granadina -según el propio Lorca, en Granada se agitaba la peor calaña del país-. También coincide el hecho de que fuera de noche a campo abierto, rodeado de montes, cerca de una zona con agua)


Sueño (escrito en 1919, con 21 años) 

Mi corazón reposa junto a la fuente fría.
(Llénala con tus hilos,
araña del olvido)
El agua de la fuente su canción le decía.
(Llénala con tus hilos,
araña del olvido)
Mi corazón despierto sus amores decía.
(Araña del silencio,
téjele tu misterio)
El agua de la fuente lo escuchaba sombría.
(Araña del silencio,
téjele tu misterio)
Mi corazón se vuelca sobre la fuente fría.
(Manos blancas, lejanas,
detened a las aguas.)
Y el agua se lo lleva cantando de alegría.
(¡Manos blancas, lejanas,
nada queda en las aguas!)

(Coincide con su muerte el hallarse cerca de una fuente y no haber sido encontrado)


Pablo Neruda comentó:

"Federico tuvo un preconocimiento de su muerte. Una vez que volvía de una gira teatral me llamó para contarme un suceso muy extraño. Con los artistas de "La Barraca" había llegado a un lejanísimo pueblo de Castilla y acamparon en los aledaños. Fatigado por las preocupaciones del viaje, Federico no dormía. Al amanecer se levantó y salió a vagar solo por los alrededores. Hacía frío, ese frío de cuchillo que Castilla tiene reservado al viajero, al intruso. La niebla se desprendía en masas blancas y todo lo convertía a su dimensión fantasmagórica. Una gran verja de hierro oxidado. Estatuas y columnas rotas, caídas entre la hojarasca. En la puerta de un viejo dominio se detuvo. Era la entrada al extenso parque de una finca feudal. El abandono, la hora y el frío hacían la soledad más penetrante. Federico se sintió de pronto agobiado por lo que saldría de aquel amanecer, por algo confuso que allí tenía que suceder. Se sentó en un capitel caído. Un cordero pequeñito llegó a ramonear las yerbas entre las ruinas y su aparición era como un pequeño ángel de niebla que humanizaba de pronto la soledad, cayendo como un pétalo de ternura sobre la soledad del paraje. El poeta se sintió acompañado. De pronto, una piara de cerdos entró también al recinto. Eran cuatro o cinco bestias oscuras, cerdos negros semisalvajes con hambre cerril y pezuñas de piedra. Federico presenció entonces una escena de espanto. Los cerdos se echaron sobre el cordero y junto al horror del poeta lo despedazaron y devoraron. Esta escena de sangre y soledad hizo que Federico ordenara a su teatro ambulante continuar inmediatamente el camino. Transido de horror todavía, tres meses antes de la guerra civil, Federico me contaba esta historia terrible. Yo vi después, con mayor y mayor claridad, que aquel suceso fue la representación anticipada de su muerte, la premonición de su increíble tragedia. Federico García Lorca no fue fusilado; fue asesinado. Naturalmente nadie podía pensar que le matarían alguna vez. De todos los poetas de España era el más amado, el más querido, y el más semejante a un niño por su maravillosa alegría. ¿Quién pudiera creer que hubiera sobre la tierra, y sobre su tierra, monstruos capaces de un crimen tan inexplicable? La incidencia de aquel crimen fue para mí la más dolorosa de una larga lucha. Siempre fue España un campo de gladiadores; una tierra con mucha sangre. La plaza de toros, con su sacrificio y su elegancia cruel, repite, engalanada de farándula, el antiguo combate mortal entre la sombra y la luz."