11/2/07

Cristianófagos

Hace tiempo, el deporte tenía hasta gracia. Sí, el deporte en general, de todo tipo, desde las canicas hasta el fútbol, pasando por el ajedrez (mis disculpas a los tiquis-miquis que no lo consideren deporte). ¿Cuándo fue ese ''hace tiempo''? Cuando los romanos tuvieron la genial idea de poner a pelear leones contra cristianos en la arena de los anfiteatros. Suena descabellado, pero luego uno reflexiona y se acuerda de que la tauromaquia no ha muerto... y ya no parece tan descabellado, ¿no?
Leones (o tigres, en la versión angelcristiana), cristianos... eran luchas un tanto desigualadas. Los animales contaban con sus fauces y sus garras, los cristianos tenían a Dios de su lado... aunque se acordasen de su madre cuando eran masticados y/o engullidos. Todo el público esperaba a que se produjera un milagro como que el cristiano empezara a echar fuego por la boca hasta freír al animalito hambriento de turno... nada más lejos de la indómita realidad.
No me gustaría traer aquellos deportes a los de hoy día, porque después del vigésimo cristiano devorado sin que haya milagros por medio, la cosa se vuelve repetitiva, monótona... es decir, otro petardo. Aquí no hay que innovar, porque los cambios radicales no suelen convencer al personal... hay que parecer innovador, es decir, reconvertir ideas, reciclarlas, plagiarlas, pero meterles un toque más ''old school''.
¿Cómo podría hacerse eso? Fácil. Fórmula 1, por ejemplo. Que el conductor maneje el coche con una mano mientras lleva una pistola en la otra. Así las carreras serían realmente apasionantes. Si lo trasladamos al mundo de las motos, es más bonito con espadas que con pistolas. Un espadazo a 200 km/h siempre resulta divertido para los ojos, ¿verdad? Y luego, el que ganase el campeonato de fórmula 1 y el de motos se enfrentaran en una carrera. Sería un poco desigualado, me imagino a Valentino Rossi pensando: ''A ver, solamente tengo que aguantar esta recta esquivando balas como pueda y luego, cuando llegue a esa curva, saco la espada y que sea lo que Dios quiera''. Al final, todos los deportes son el mismo, pero con diferentes caras.

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