21/5/08

Tus preciosos pies de barro

Aviso: este blog no respalda sus teorías con estudios realizados por la Universidad de California.

En 1940 o por ahí, después de muchos intentos bajo el agua, los Nazis crearon a los chinos: hombres bajitos, baratos, manejables, eficientes, entrañables y prácticamente indestructibles. Para contrarrestar este desfavorable desequilibrio, los ruso-gringo-londres-francia y alrededores crearon a los japoneses, su versión del androide definitivo, equipado con más inteligencia que los chinos: si unos sacan Nintendo, los otros les sacan la Play 3 para esclavizarlos de por vida, un gran contraataque. Todo iba según lo planeado hasta que los japoneses, en un alarde de egocentrismo propio de HAL-3000, se sublevaron contra mamá... pero mamá era demasiado para esos chiquitines y los mandó callar con dos bombazos, Hiroshima y Nagasaki. Asunto resuelto, o eso pensaban todos, hasta hace un par de meses, cuando América tuvo que amenazar a sus vástagos con el correctivo más devastador que haya conocido varón: la Bomba Navarro.

Estoy harto de la forma de hacer las cosas hoy día. La gente vive como si supieran que están en una etapa de transición, como si supieran instintivamente que el siguiente gran acontecimiento histórico que va ocurrir, ocurrirá unos cien años después de que todos ellos mueran y se sientan a verlas venir. ¿Cómo va a tocarle la lotería a quien ni siquiera ha comprado el billete? Pues más triste es el caso de los que consiguen algo: los ídolos. Todo el mundo los necesita para dar un poco de sal a sus insulsas existencias, es normal, pero al final acaban viviendo su vida a través del sueño de quien está ahí arriba, como un manido consuelo de tontos, como llamar terapeuta al loquero. La mayoría de los que están ahí arriba a día de hoy dan la impresión de no merecérselo, son como los héroes del 2 de mayo: una panda de cabrones analfabetos. Entremos en el mundo de la música sin salir del mundo gonzo: los ídolos de hoy se bajan del escenario y no derrochan carisma e inaccesibilidad, no te dan a entender que ellos tienen algo que tú no tienes, no actúan como si hubieran descubierto el significado de la vida y no quisieran compartirlo contigo, carecen del magnetismo que derrochaban antaño. Elvis se comía el escenario que pisaba y, cuando bajaba, seguía siendo Elvis... y la gente lo trataba como al rey en cualquier momento y circunstancia, porque él era así, no desempeñaba un papel en sus conciertos y al terminarlos se comportaba como cualquiera. Lo mismo pasa con Dylan o los Beatles, irradiaban una fuerza inigualable, una forma distinta de acercarse a ti y hablar contigo como si te conocieran de siempre y te convencieran de que no tienes ni idea de cómo son ellos, pero te encantaría saberlo. Los de ahora son como esos vecinos insulsos a los que saludas por educación: hola y adiós... y se muestan demasiado campechanos, como restándole importancia a lo que saben hacer... suongo que tampoco sabrán hacer demasiado. No es modestia, es que son conscientes de su falta de talento, de que no son para tanto.

Y hoy se cierra con la anécdota del O'Leico, esto es, el señor Hank Pascual descargando sus fluidos sexuales en los tanques de leche de sus ordeñadoras mientras piensa: ''esto se lo van a beber mil zorras bestiales. Bebed, que os follo, bebed''. Es su forma de acercarse a la belleza y, si creo que es lo que él hace, es porque yo también lo haría si estuviera en su lugar. Si seguís bebiendo leche ahora que sabeis que es el oleico es que no os funciona bien la chola.

No hay comentarios: