22/3/09

Disfrazan la realidad

Aviso: digamos que me gusta el coñac y que cada uno lo interprete como quiera.

No creo en el tiempo. No creo en el tiempo cuando se refieren a él como a una frontera. La futilidad de medir el tiempo me intriga, la gente pierde el tiempo intentando medirlo y suministrarlo. El tiempo es lineal, no se para ni se retroalimenta ni se renueva cuando te duermes y te despiertas al día siguiente. La gente divide la vida en días para justificarse a sí mismos su fracaso muchas veces, restándole impacto de esta forma. Eso de ''hoy no he hecho tal cosa, la haré mañana'', frases como esa llevan a pensar en pequeño, a faltarnos el respeto a nosotros mismos y a despreciar y desaprovechar la vida. Me he propuesto algo que cansa: dejar de medir el presente y el futuro en días, semanas, meses, años, etc. Solo mediré el tiempo pasado, como referencia con respecto a la situación actual. No suelo dormir siesta, pero cuando sesteo lo hago mentalizado de que me voy a levantar en un par de horas y he trasladado esa mentalidad a la noche, a dormir pensando que me levantaré en unas horas, da la impresión que no desconectas del todo, pero no es así. Y cuando te levantas por la mañana lo haces con la mentalidad de haber terminado de dormir la siesta y ya está, a seguir adelante en lugar de la mentalidad de ''nuevo día'' en la que todo te coge con más pereza y algo desprevenido. La realidad del tiempo es que es lineal y la de los que lo miden y lo dividen es que lo pierden. Las fronteras, en el caso del tiempo y en cualquier caso, son mentales: algo creado por el ser humano para autojustificarse. Las fronteras no existen fuera de la mente humana, no son palpables, no son reales. Por eso dejé mi reloj en un cajón hace ya muchos años.

Los amigos. ''Amigo'' es una palabra que designa a demasiada gente dentro del círculo de relaciones de una persona. Se ha ido depreciando hasta ser demasiado común y creo que esto ha sucedido por un motivo bastante simple: hay muchos que necesitan salir con gente para no sentirse solos, sin más razón que esa, personas de conversación poco profunda que, si se pararan a distinguir entre amigos y conocidos o entre amigos y gente con la que sale o entre amigos y lo que sea, sentirían esa soledad que intentan evitar porque verían que no tienen a casi nadie... y así han encontrado otra forma de evitar ese sentimiento. Todo el mundo tiene muchos amigos en el sentido amplísimo de la palabra, pero puedes distinguir a un verdadero amigo de un tipo con el que te llevas bien o algo así teniendo en consideración que un verdadero amigo interioriza tus problemas, los hace propios, se interesa realmente por ellos y les busca una solución. Un verdadero amigo está en extraña sintonía contigo, no hacen falta palabras para que el uno sepa lo que está pensando el otro en cualquier situación. Un verdadero amigo te ofrece sus lágrimas antes que su hombro. Un verdadero amigo está ahí, puedes sentirlo, por muy lejos que esté y por mucho tiempo que pase sin ver ni hablar con él, sabes que está ahí. Un verdadero amigo hace favores sin pedir nada a cambio y sin considerar que tú harías lo mismo por él. Un verdadero amigo es el que ofrece hasta lo que no tiene. Se nota cuando una persona es un amigo verdadero, puedes sentir que se preocupa, que su felicidad puede venirse abajo si se ha venido abajo la tuya, que tiene un trato cercano, nunca frío, que está pendiente aunque no haga falta. La realidad de los amigos es que son menos de los que tienes. Es cierto eso de que se cuentan con los dedos de una mano y yo he tenido la suerte en esta vida de encontrar a un puñado de personas que darían por mí lo que yo daría por ellas, que es mucho.

La fotografía. Yo no soy un chino, no voy por ahí con una cámara de fotos y no voy por ahí haciendo fotos a todas partes y a todas horas. Me gusta la fotografía creativa, aquella en la que predomina el arranque de inspiración o la naturaleza espectacular, es la única excepción. En el resto de casos, sobretodo en los de la fotografía testimonial (sacarse fotos en fiestas y fechas señaladas con familiares o amigos y cosas así), creo que el que intenta hacer eterno el momento que está fotografiando se lo está perdiendo: en lugar de vivirlo está sosteniendo una cámara o fingiendo una pose. Esas fotografías deberían tomarse sin decir a todo el mundo que se juntara para la foto, reflejarían mejor aquel día si se las hicieran a la gente sin avisarles, cada uno haciendo lo que hacía o estando donde estaba en aquel momento (además, ¿quién se va a creer que todos los que salen en la foto se tiraron toda la noche agarrados en fila los unos a los otros mirando hacia un lado? ¿Eso es naturalidad? No, aunque sí que sería digno de una foto). Sacrifican un gran momento de su vida solo por intentar eternizarlo, es una paradoja. No suelo hacer demasiadas fotos de los lugares o de la gente, prefiero vivir esos momentos a convertirlos en un pedazo de cartón mientras están ocurriéndome y así perderlos para siempre. Ah, y odio a aquellos que se creen creativos y toman fotos con ideas estúpidas y hacen de ello su hobby mientras utilizan todo el tiempo la expresión ''tirar fotos'', ''tirarle una foto'', ''tírame una foto''... ¿pero esto qué es?

Y rematamos con mi versión favorita de mi canción favorita de uno de mis grupos favoritos:


2 comentarios:

Sugar Free dijo...

Muy bueno, si señor, el segundo párrafo me recuerda a una conversación que tuvimos no hace demasiado, pero si tuviese que quedarme con un tema elegiría el del tiempo.

Zoográfico dijo...

¿Ven, señores? Aquí arriba tienen un ejemplo de lo que les comentaba: un verdadero amigo, excepcional, como pocos.

Cuídate y escribe!!