16/6/09

Estas son algunas de mis cosas favoritas

Antes de subir el nivel hasta lo más alto con una improvisación beat hecha en 15 minutos en un trance inducido por el jazz donde las palabras han adquirido toda la libertad de la que dispone mi cabeza estos días, que aún no siendo demasiada tampoco es poca, he de decir que no he sido comprensivo conmigo mismo a la hora de llegar a un acuerdo para entrar en mi propia banda, o me corto el pelo y pierdo entre 15 y 20 kilos o no seré admitido (por otro lado entiendo las razones que me di, cuestiones de estética, es por el bien del grupo, etc). Ok, en las últimas semanas habré perdido 5 ó 6 y ayer me corté el pelo, todo por la causa. Solo falta la canción para acompañar a esto que alargaré y mejoraré cuando tenga tiempo...



La luz acecha donde ellos cuentan
huesos derretidos clavados como señales de tráfico para la dirección contraria
donde el Sol tala los árboles quemando calles de acero insensible
y los pecadores ciegos resbalan descifrando cómo se tergiversa un tequiero
con lágrimas que provoca el nuevo día que notan de alguna forma
y donde los hombres sienten el final de su buena racha,
habitaciones de hotel maltrechas llenas de limpias putas fértiles
que soñaron con volar lejos de casa y se estrellaron con sus propios cuerpos
en esta maldición de metal que empujan contra sí mismas
y donde los muertos lloran a sus vivos por seguir llevando el peso
de las cadenas que heredaron y que van más allá de la piel
y donde faquires acorbatados se revuelven con estupor chocando sus cráneos
contra las esquinas por haber hecho mal todos sus cálculos,
encendiendo el infierno para aquellos que nacieron hace poco,
bebés rescatados de entre los misiles oliendo a humano muerto
preguntando ''no hay otra forma de hacerlo, ¿verdad?
¿no hay otra forma de hacerlo?''
mientras en el valle no saben nada
y el sacrificio sirve de ejemplo para quienes captan el mensaje
y se echan atrás cobarde instinto de supervivencia,
solo sirven para ser desterrados.
Y la luz acecha a la muerte que es una barca somnífera
en medio del océano de todas las almas insomnes
y quienes deambulan, bendito limbo,
los que se atrevieron a huir y los que no
sueñan guerras con finales felices
y parecen saludar con su mano cuando pasas delante de ellos
pero en realidad te están diciendo adiós adiós
y no lo comprendes hasta que te arrastras con arcadas
delirando agua de luna dosificada en noches de obligación y riesgo
y no vomitas nada más que sudor empapado y apagas todas las luces
para visualizar mejor el recuerdo hasta hacerlo real,
si lo fue alguna vez lo es ahora y ya no sabes
cuando fue la última vez que comiste
y te levantas con la mirada empañada frente al espejo
en la inmortal fotografía de tu peor ahora
y coges tu pelo y te lo cortas en un acto de invisibilidad,
con tanta sombra desfilando compraré algunos periódicos,
La Iglesia Homosexual aparece en titulares veo todo esto a diario,
pero el lugar es nuevo porque tú mismo eres nuevo
y no eres otro, pero acabas de nacer y nadie se ha dado cuenta,
como un río siempre es el mismo río pero su agua siempre es distinta,
nueva, destilando sangre mientras pasean alrededor
caras compungidas de almas pasajeras
que van y vienen pero nunca vuelven porque son extraños
y su vida es un remolino de esperanza y tragedia
demasiado familiar como para resultar interesante
y la luz es un garabato que ve aquel que no será entendido
y el ajetreo de la estación abarrotada silba un silencio
y todos paran su caminar por un momento,
se para el tiempo y das vueltas a su alrededor y no te ven
y gritas a miles de personas que han parado su paseo,
su carrera, su respiración para poder leer sus mentes
como si fueran carteles y soñar sus vidas hasta hacerlas tuyas,
tan fácil e innecesario como existir
y la luz acecha y guía a los presos de la nueva duda
que enamorados de la frontera volaron mil kilómetros
hacia el suicidio pensando que vagabundear les definía
mejor que la despreciable etiqueta de cualquier universidad
y al amante que evita e imita inconscientemente
sollozándose medias verdades arrodillada en la orilla
que jamás existió, con la cabeza bien alta
y las apariencias mantenidas mientras un día más
sigue siendo un día menos que olvida pero no perdona,
como los asesinos extasiados que se vienen abajo
al terminar su trabajo por no haber fijado ya el siguiente objetivo
y se someten a diálisis de heroína para drenarse de sí mismos
y rescatarse otra noche equilibrando la balanza
de la función social que desempeñan,
con la luz llevándome al final del trayecto
donde los carteles rezaban ''no es el final del trayecto''
me convirtieron en la viva prueba de que a veces existe el destino.
Cien recién rapados rezando rotos en las revueltas que reflejan
quién se preocupa demasiado esperando al ángel homicida
que cumplió todas las profecías porque esa fue su promesa electoral,
gritando a cada salto ''sígueme si puedes''
en el invierno de la mascarilla asiática,
discutiendo pasajes de ''El Evangelio según Dios''
porque ya no es necesario estar de acuerdo,
pero todo da igual porque eres libre de escribir
a la luz de este flexo y ese es tu milagro.

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