9/8/09

Reconozco la piedad que no muestras,
es la misma que no mostraron contigo
cuando eras la niña lista
que hablaba de cuervos.
Quién te iba a decir en aquellos días
que con el tiempo heredarías
la guillotina que te arrancó tus sueños.

Y ahora soy yo el que habla de cuervos
en tu puerta y tú quien se sienta a verlos
devorar lo que queda de mí
y sé que no tenemos la culpa de ser así
y me haces pagar caros mis sueños.

Pero la oportunidad que le pides a la vida
es la misma que no das,
siempre imaginando la huída
de tu mente y de tu cuerpo.
La oportunidad que le pides a la vida
es la misma que me darías
si te hubieran dejado seguir hablando de cuervos.

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