10/9/09

El Top Seis

Muchas canciones se te clavan en el corazón, en la memoria o en donde pueden. Esta vez quiero hablar de las canciones compuestas en nuestra lengua y, en concreto, de esas canciones cuya magia es muy distinta a la de nuestras favoritas, pero han hecho verdaderos méritos para estar ahí. Son canciones que sinceramente adoro y que evidencian que todos tenemos un pasado. Acompáñenos en este paseo por El Top Seis (¿por qué hacer un top 10 o un top 20 o un top 5 cuando podemos hacer El Top Seis?). Empecemos con la que menos me ha marcado y luego subimos la intensidad, a ver qué pasa.


5 - Copenhagen - Vetusta Morla

De los mejores nombres para un grupo, la canción que más me gusta de todas las suyas. Les escuché por primera vez hace un par de años, eran el descubrimiento del típico gafapastas madrileño guay que presumía de conocerlos. Hace poco volví a entrar en su blog y decía que no los escuchaba porque ya los escuchaba todo el mundo, habían dejado de ser el grupo de la ciudad. Llámalo falta de personalidad, llámalo tener miedo a ser uno mismo porque te importa demasiado lo que dicen o hacen o no dicen o no hacen los de tu alrededor, llámalo ser moderno. Copenhagen es la ciudad de la inspiración. Cuando estuve no la vi, caí enfermo y estuve los 3 días encerrado en un albergue, tirado en la litera con una libreta, un boli y una de las depresiones que más contra las cuerdas me ha tenido de todas las que guardo en mi memoria (supongo que no tener hogar en aquella época no me impedía añorarlo), pero son justo las cosas que siempre he necesitado para que broten ideas y salió el principio de algo, de ahí que simpatice con la canción, por haber sido inspirada por la ciudad de alguna forma. Lo que más me atrae de este grupo es que intenta hacer las cosas bien y que haya por ahí un tío tan flipado con Luz Casal que se dedique a montar un grupo para imitarla cantando es algo que siempre me ha parecido curioso. El truco facilongo de la letra ('nunca saber donde puedes terminar... o empezar') engancha a todo adolescente convaleciente y a toda premenstrual que se precie (en ambos grupos me incluyo):




4 - Te regalo - Carlos Baute

Se ganó el aplauso con ese 'ejé, ejé', pero todas sus composiciones tienen perlas (su chiki chiki o el 'cuidado, cuidado' por poner un ejemplo más reciente, impagable haber hecho que Marta Sánchez cante '...y beberme de ti lo prohibido'... no hay más preguntas, señoría)





3 - Las chicas de las canciones - Circodelia

Ah, mi querida infancia. Recuerdo jugar con la letra de esta canción y gritarla en mitad de la piscina de una de las pocas personas que guarda tan buenos recuerdos de esta canción como yo. Fue mi despertar musical, estribillazo:




2 - Twingo morao - Juan Benito

Seguimos en los terrenos de mi querida infancia. Esta canción despuntó a la vez que la anterior en una ola de rock casposo, estilo que en la capital se dedican a sobreexplotar desde la movida. Juan Benito es el último cantautor, el definitivo, el que dice las cosas a las claras y le pone criterio a la jugada. Adoro la letra de esta canción, es de los pocos himnos que tengo, me desfaso muchísimo gritándola... pero su vídeo no está. En su lugar pondré su otro single, un pelín menos mítico, pero igualmente digno merecedor de esta posición:




1 - Estrella polar - Pereza

Esta canción me parece genial por su 'perooo por Diooos', es un lamento tocacojones de los que a mí me gustan. La entonación para este tipo de frases es especial pero, en lugar de poner su videoclip, trilladísimo intento de estar a la última (por no hablar de la canción en si misma; por aquel entonces los 60 no habían estado tan de moda desde los 60 y se permiten el lujo de meter desde guitarras de The Byrds hasta el sitar de George Harrison), quisiera enlazaros al de una canción posterior, más propia del estilo musical madrileño actual (sí, más horterada gafapástica) que me impactó por su gran final.


6 - No tienes corazón - Café Quijano y Joaquín Sabina

Me pueden mis primeros años de fascinación musical, pero esta canción tiene sus razones: es como coger el 'perooo por Diooos' y convertir esa vena recochinera tocacojones en toda una canción, la voz de Sabina nunca se ha manejado mejor por ese campo que aquí. Aparte de que el objetivo parecía dejar al machismo en ridículo mezclando sentidas proclamas contra la destinataria, la canción es un caos sintáctico y de ahí sale la verdadera razón por la que es mi canción favorita de todas las compuestas por hispanoparlantes; se llega a soltar la madre de todas las frases brutales: '¿cómo tienes la poca vergüenza de entrar en mi casa?'. Parémonos a pensar en ella. ¿Qué se supone que está preguntando? Bueno, ¿está preguntando algo? Y si es así, ¿qué espera que le respondan? ¿Hay respuesta posible a eso? 'La poca vergüenza' intenta ser un adjetivo, pero bueno, esa frase es una delicia para los amantes del sinsentido como servidora. La frase sola es merecedora del primer puesto, aunque la canción tiene mucha miga detrás. Sabina cierra con un 'naaadie se muere'. Magistral.

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