27/10/09

Memoria de mis putas tristes

Confesión en plan alcohólicos anónimos: yo era de los que pagan sus frustraciones con quien tienen delante. Todo el mundo sabe que el proceso creativo es una diosa ramera; si un día no me salía algo o estaba seco era mejor no cruzárseme, me volvía extremadamente irritable. El otro día no me salió lo que intentaba y lo intenté toda la tarde, lo cambié un millón de veces, lo quité todo y lo volví a empezar una y otra vez y tampoco conseguí nada, lo enfoqué de mil formas distintas, lo intenté y lo intenté y lo intenté y aquello cada vez tenía menos sentido. Terminé pensando: ¿pero qué estoy haciendo? ¿Merece la pena esto? ¿Es lo suficientemente buena esta idea como para dedicarle todo el tiempo que le estoy dedicando, que me estoy matando aquí? ¿Será que no me sale nada bueno porque soy el pedazo de escoria inmunda más desquiciante de todos, que no me soporto y mis ideas son igual de mediocres que yo, que soy la última persona en este mundo que se merece vivir aparte de Juan Manuel de Prada, con su afán por parecer increíblemente culto a base de rescatar palabras que murieron con Franco como ''recopetín''? Llegado a ese punto, 6 ó 7 horas después del primer intento, la frustración llamaba a la rabia y la impotencia me hacía estar cabreado... solo era una prueba más. Decidí dejarme de tonterías y centrarme porque cabreándome si que no consigo nada, lo sinteticé todo, fui a por lo que la idea era básicamente e intenté reproducir lo que era en esencia. Y entonces di con algo que me gustó. He aprendido que la desesperación es buena, es el límite que hay que cruzar para llegar hasta tu sueño. A veces es más cuestión de paciencia que de demostrarse a uno mismo que puede llegar a donde quiera. Hay que dejar que algo avance por sí mismo y luego retomarlo. Forzarlo no es una solución, perder contacto sí, porque cuando lo retomas lo haces con más frescura y atacas el tema con lo que recuerdas, con lo que merece la pena y dejas de lado lo que en realidad no servía. Paciencia y dejar que la cosa se forme en tu cabeza, si no te sale ese día, déjalo; el siguiente será todo distinto y tendrás otra perspectiva. Es mejor método que simplemente soltarlo todo, mandarlo al infierno y cabrearte. Otro método es preguntarse qué haría Dios, porque haría esto:

O esto:

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