28/10/09

Muerte al alaskismo

Hablé el otro día con una de estas Alaskas, una ‘‘yo soy así y así seguiré, nunca cambiaré’’, lleva años y años en el mismo agujero y lo sabe, pero es incapaz de sumar dos y dos y ver que una cosa se debe a la otra. Eso de tener una forma de ser es una trampa que nos tendemos a nosotros mismos muchas veces; por un lado está el riesgo de caer en los moldes de los demás, es decir, identificarse con lo que ‘los que te conocen’ creen que eres (aunque también es cierto que nosotros solemos enseñar a los demás cómo tratarnos, de forma indirecta) y aunque juntaras los prismas de todos los que te conocen, lo que aparecería delante de ti no se parecería demasiado a tu reflejo. Por otro lado está el error que supondría creer que sabes quién eres y quedarte ahí, porque terminas perdiendo el norte con tanta rebeldía y haces cosas que te joden a ti mismo y ya no sabes ni por qué haces lo que haces. Creo que nadie se conoce realmente, vamos conociéndonos a nosotros mismos a medida que avanzamos en la vida y nos sorprendemos muchas veces, descubrimos cosas que creíamos contrarias a nuestra personalidad. Yo soy de los que intenta progresar cada día en algo, si me he superado a mí mismo en algo he aprovechado el día y nadie puede superarse a sí mismo siendo siempre igual, por eso procuro estar abierto al cambio en todos mis aspectos y opiniones y por ello suelo cambiar en muchos temas, cambios bruscos. Me parece perfecto que una persona sea como es en cuanto a sus virtudes, pero escudarse en que uno es como es para no corregir sus defectos es lo peor que te puedes hacer a ti mismo y también dice mucho de cuánto te importan los que te rodean, que al fin y al cabo son los que te sufren. Ahí está el abismo entre el ideal de libertad y el egoísmo que puedes deducir de los actos de quienes se comportan así. Me he dormido escuchando a personas intentando convencerse a sí mismas en voz alta (supongo que era eso lo que estaban haciendo) de lo bien definidas que tenían sus posiciones desde siempre en tal o cual asunto para terminar convirtiéndome en el blanco de actos unilaterales que se tomaron para salvar los propios muebles, sin considerarme para más que para decirme algo como ‘‘bueno, seguramente esto te deje jodido, pero qué se le va a hacer, así es la vida’’ y así no es la vida, así es la vida que ellos han vivido (y así han salido, creyendo que hacer este tipo de cosas es lo más normal del mundo dice mucho de ellos), así es el egoísmo, así es la desconsideración y así es estar perdido y entenderlo todo al revés. Nadie tiene por qué ser víctima de las consecuencias de las acciones de los que no saben lo que quieren, no suelo toparme con gente que me trate de esa forma y les compadezco porque sería incapaz de vivir con el peso de haber tratado así a una persona y más cuando esa persona era cercana, para mí sería lo peor del mundo. Todo lo malo que yo he dicho o he hecho ha sido en caliente, sin pararme a reflexionar, de haberme parado a pensarlo no lo hubiera hecho, pero pensar en hacer daño a alguien que aprecias es tan retorcido que da miedo, no podría pasar ni un día entero en la piel de alguien capaz de hacer eso. Por supuesto, que me hayan hecho tal o cual no me da derecho a hacérselo a alguien, que es como suelen funcionar las mentes alaskistas, ‘yo te trato como me han tratado, yo te hago lo que me han hecho’. Utilicemos un poco la inteligencia, que para algo la tenemos: ¿qué sentido de la libertad tiene una persona que es demasiado condescendiente con sus propios defectos y demasiado crítica con los de los demás? Se sienten libres de hacer lo que les dé la gana, no ven el límite en el que empieza la libertad de las demás personas, se lo saltan a la torera y al final pasan por la vida de la gente poniéndolo todo patas arriba sin sentir ni un poco de culpa porque creen que hacen lo correcto, no son conscientes de los efectos de sus ‘actos libres’ en los demás. Puedo verlos crecer y convertirse en los típicos estirados resentidos que se esconden detrás de sus trabajos y el dinero que ganan para ser todo lo insensibles que quieran, sin volver a experimentar la verdadera felicidad, si es que alguna vez fueron realmente felices. No sé qué sacarán siendo así y tampoco me importa, pero cuando alguno quiera salir de ahí para tener una personalidad real propia y ser uno mismo, les tenderé la mano una y otra vez si creo en ellos. Qué le voy a hacer, yo soy así.

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