7/11/09

Una comida familiar (no seas malpensada, mujer)

El apellido Peláez es el bueno. Cuando quiere decirse que uno de nosotros es mejor persona, se dice: ''este es más Peláez'' y todos aquellos que son amables, cariñosos, inocentes, buenas personas de corazón, son más Peláez que cualquiera de los otros apellidos, que vienen a ser el yang maligno de todos los que estamos allí. Así que, en estas odas a Peláez, siempre hay un momento en el que las abuelas miran a cada uno de los comensales y discuten quién es más Peláez que quién. Yo soy más Peláez que mi hermana, ella es más de la familia de mi padre y a mí se me nota mucho más ese gen introvertido de buen corazón, ese arte imprevisto, ese sueño posible que pintan con el apellido en la boca. La familia de mi madre es ''la pequeña'', pero con los años se produce siempre esa metástasis que convierte a 7 miembros en 30 y 30 familiares de todas las edades sentados a la mesa dan para bastante. Yo estaba sentado en frente de un primo mío que viaja por todo el mundo, piloto de jets privados. Hoy me he enterado de que ha llevado a U2, al dueño de Zara, a muchos empresarios y políticos, pero con quien más ha trabajado ha sido con Zidane. Trabaja 12 días al mes y gana un pastizal, dice que Barcelona es mucho mejor que Madrid y está apunto de casarse con la que estaba sentada a su izquierda en la mesa, una modelo y profesora de pasarela que fue Miss Puerto Rico en 2005, muy simpática y, como no, muy guapa. A su lado se encontraban quienes se están quedando en mi casa estos días, una prima de mi madre que trabaja en el estadio Vicente Calderón y su marido, el dueño de El Pez Gordo, un bar de tapas al lado de Gran Vía que abre de 7 de la tarde a 2 de la madrugada, pequeño, con jazz siempre de fondo, al que acuden regularmente personajes como Pedro Almodóvar o Paco León, un local bastante sibarita. Si siguiera describiendo al resto de personas sentadas a la mesa seguiría hablando de cosas como las que acabo de contar, así que ya os habéis hecho a la idea de lo que es triunfar en la vida. El caso es que yo miraba a mi alrededor mientras mi alrededor me decía: ''bueno, ¿y tú qué haces?'' y yo pensaba: ''exacto, ¿qué hago yo? ¿Qué estoy haciendo con mi vida? ¿Qué hago yo aquí, rodeado de gente que ha conseguido sus sueños porque tuvieron las narices de decir: yo puedo conseguir lo que me proponga? Todas estas personas tienen éxito en lo que hacen y se matan por lo que aman y son perfectos, guapísimos… y yo soy un desastre y además soy el más feo de toda la mesa, ¿soy el judío de la familia?. ¿Qué hago yo? Buena pregunta, yo no hago absolutamente nada''. Después, una vez recuperada la confianza en mí mismo, seguí disfrutando de la comida familiar. En realidad todas estas personas me han enseñado que puedo conseguir lo que me proponga si lo amo lo suficiente como para pelear por ello con todas mis fuerzas. Me ha gustado verlos a todos, ha sido genial.

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