9/12/09

Por eso me gusta





Le ha cambiado el ritmo a la canción, como siempre. No creo que haya tocado una canción de la misma forma dos veces en su vida. Es una actuación de su época dorada, el 66. Dibuja un garabato con su armónica que golpea la melodía principal y completa el puzle sónico con poca intensidad, acaba de decir con la armónica que está bastante cansado, sus ojos caídos también lo dicen mientras miran alrededor con mucha indiferencia y su voz entra confirmándolo con su tono lento y suave, queda claro que no está disfrutando de estar ahí, esta noche lo está haciendo por obligación, pero es un profesional y tiene que recomponerse, así que piensa en la canción y con una pose de ‘odio tener que repetir las cosas’ vuelve a cantar. Para cuando termina la primera estrofa y llega el estribillo ya está interpretando y aquí aparece una de las cosas en las que es un revolucionario: no es él cantando una canción, sino un personaje que ha creado solo para la canción, hablando de una mujer a la que nos va retratando desde un punto de vista que nos hace cuestionar si lo que nos dice de ella es cierto, ya que canta en un tono irónico, burlón, melancólico y rencoroso solo para dejarnos claro que no está siendo objetivo. Es el mejor actor que ha existido nunca y no sólo se queda ahí, su mérito trasciende hasta su imaginación: ha compuesto la canción para quien la canta y no para quien va dirigida, a partir de la descripción de esa mujer nos imaginamos al narrador y cada frase que va diciendo sobre ella es un paso más profundo en la mente de este y un segundo más cerca de comprender por qué está diciendo todo lo que dice, vamos conociéndole a él a partir de lo que va diciendo sobre ella. Así que la composición, como la mayoría de las suyas, es una prueba para quien quiera interpretarla, porque hacerlo mal haría que la historia perdiera toda su credibilidad, así que hay que meterse en la piel del personaje. Cada palabra está puesta ahí con la precisión de un cirujano para darnos los datos justos sobre su narrador de forma que se conserve la atmosfera de incertidumbre que nos haga querer averiguar qué está pasando en realidad, ese misterio es el motor de la canción. Todos los datos han ido colocándose en nuestra mente apareciendo en ese orden y no en otro para hacernos intuir qué es lo que está ocurriendo, que va más allá de lo que se está diciendo. En cuanto al personaje, claro que es él, no es un personaje alejado del autor, sino él mismo en el momento en el que la canción germinó en su mente, el estado anímico en el que encontraba, lo que acababa de pasar y todo lo que sentía en aquel momento. Con esa canción acaba de atrapar un momento y a un hombre que no le define completamente pero que sin duda es él, él en un pasado preciso al que puede volver con tocar un puñado de acordes. Cada una de sus canciones tiene como narrador a un personaje distinto, a veces solo diferenciado por un par de matices, pero todos esos personajes tienen en común que son él. Sigue cantando como si estuviera dando explicaciones y juega con el tono como un niño que empieza a divertirse de nuevo pero, de repente, la letra se vuelve imprecisa y se llena de agujeros que dan libertad a quien la escucha para imaginar la situación, así deja claro que tú también eres parte activa de la canción y no un par de orejas que aplauden tras deleitarse. Cuando dicen que metió la literatura en la música se refieren justo a esto, a dejar espacio a quien está escuchando para completar el cuadro con sus propios elementos, como si de una novela se tratara. No te lo da todo hecho, sería demasiado fácil tanto para ti como para él, componerla no sería un reto y escucharla no justificaría su merecida fama. Ahora toda la canción se ha llenado de visiones borrosas, momentos escabrosos y peticiones extrañas, espacios en blanco que solo te parecerán interesantes si has vivido experiencias que puedan encajar en ellos, porque él sabe perfectamente donde tiene que presionar para provocar complicidad y en este punto te das cuenta de que estás identificándote con un poema abstracto y él lo festeja con una improvisación final de armónica en la que termina de explicar todo lo que había ocurrido, ata los cabos sueltos de forma que te hace caer en la cuenta de que, en realidad, no es rencorosa ni compasiva, sino dolorosa. Es una canción de amor.

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