11/8/10

Como un tatuador

Como cualquiera por encima de los 16 años no creo en el carpe diem, pero eso no significa que no me guste hacer de cada día un antes y un después en mi vida. Suelo conseguirlo aunque es como cuando te acostumbras a algo muy bueno y termina convirtiéndose en una cosa más. No estoy alardeando de nada, no hablo de tener un dineral y gastarlo en juergas y locuras, no soy gilipollas, sino de hacer cosas que a mí me parecen muy importantes y que me hacen sentir que no podría estar aprovechando más mi tiempo. Que cada día sea una piedra angular parece difícil pero como cada día es nuevo y la lección anterior no me condiciona a la hora de aprender la siguiente al final simplemente termina pasando, de otra forma todos los días serían iguales y no podría diferenciarlos en mi memoria. Todos tienen en común la sensación de que me encuentro en el lugar y en el momento adecuados; si soy honesto y no me dejo encorsetar por mis circunstancias ni por terceras personas solo tengo que dejar que el día fluya para que pase algo que me haga sentirme feliz... y me molesta que la gente o lo que sea haga que cambie el rumbo de mi día y descubrir al final del mismo que no ha pasado nada, no ha ocurrido nada que me diferencie de quien era ayer, que me mejore, que me haya hecho avanzar. Supongo que es por esto que paso tanto del personal a día de hoy, es difícil encontar a personas que te hagan sentir que avanzas (conocerlas es haber encontrado a alguien que realmente persigue lo mismo que tú) y cuando no lo siento no finjo, guardar las formas y querer quedar bien siempre es de hipócritas. No me basta con que pase ''algo grande'' cada semana, necesito que cada día sea vital y conseguirlo es cosa exclusivamente mía.

2 comentarios:

Sara Calderón Blanco dijo...

Este verano tuve la oportunidad de ir a varias ruedas de prensa de las obras que se iban a presentar en el Festival de Teatro de Mérida. En una de ellas, acabada la función, pude estar cerca de los organizadores de todo aquello, de actores, actrices, directores..me sentía como en una burbuja, aunque tampoco fuera para tanto, falta de costumbre. Me vi comiendo jamón y champagne, gracias a la acreditación que tenía para pasar, en un lugar tan bello como aquel y....Lo cierto es que me pareció una de las peores obras que había visto en algunos años, pero no pude decirlo delante de todo el mundo. Allí estábamos, la gente felicitando a los miembros del equipo, aunque en realidad no les había gustado mucho la obra, pero todo eran risas y alagos. Después, compañeros de la tele, me explicaron que este "mundo" era así.
Debo de reconocer que me desilusionó un poco, pero tenían razón. Sólo hay que ser uno mismo, y ante esos casos pasar de desapercibido y dejar que las cosas sigan su curso.

No es que en lo personal tenga que ser igual, no lo creo. Pero a veces, hay que conocer a muchas personas para llegar a las que realmente merecen la pena. Sabemos que alguien vale porque hemos conocido lo contrario.

Vive, deja que las cosas lleven su curso, y sé tú mismo siempre. Tarde o temprano encontrarás a las personas adecuadas. Disfruta de esa búsqueda.

Un gran saludo

Zoográfico dijo...

Ey Sara! Gracias por pasarte por aquí y dejar un comentario tan interesante, creo que un mundo en el que hay que callarse lo malo porque sea malo y porque así todo sigue adelante no es un mundo para mí, no distingo lo profesional de lo personal porque una cosa va dentro de la otra, no creo en esa visión tan de médicos, ¿no?. Ese ''el paciente ha muerto, siguiente'' porque están cansados ya de ver gente pasar por el quirófano y ven como rutina estadística que a veces se les vaya alguno... a mí me dejaría hecho polvo la primera vez como a ellos, pero la sentiría tan profundamente como la última... no veo una solución en eso de crear apartados mentales distintos para no ''traerte el trabajo a casa'' y por eso creo que todo es mejorable desde esa posición.
Hay obras de teatro insoportables y si no se les hace saber a quienes pueden corregirlas, jamás lo harán y seguirán paseando su bochorno por las tablas sin haber aprendido a mejorarlos. Que fuera mala aquel día no quiere decir que la obra no pueda llegar a ser genial si se trabaja... y eso necesita, antes que nada, sinceridad. Ser honesto con los autores y decirles que aquello es un horror pero sin que resulte atacante para ellos, desde la crítica constructiva siempre, de otra forma no ayudas a nadie.

Creo que tienes razón al apuntar que la clave es ser uno mismo y salir ahí fuera de esa forma, te lleva justo al lugar donde tienes que estar con la gente con la que tienes que estar.

Un abrazo!!