14/1/11

Madrid offered me heroin one too many times


La última vez que estuve en les Madrils capital, hace un par de meses, me fui de gareles con los colegas y acabé subido a la mesa de billar del Vía Láctea con mi camiseta de ''nadie sabe que soy una lesbiana''. Sé que para realizar aseveración semejante debo probarlo; ahí está la prueba. Justo después de esa captura me puse a bailar, cogí el taco del billar (bastón, palo, yo que sé cómo se llama) y lo toqué como si fuera una guitarra; me agarraron los de allí y me largaron. No me importa, no necesito el Vía Láctea para divertirme (despechatti). Madrid da muchas facilidades a la hora de salir a hombros, es una ciudad rebañera llena de gente que se maravilla con las gilipolleces (para ser el alma de la fiesta en sitios como Cats o Kapital solo tienes que llevar puestas tus gafas de sol, se paran a hacerse fotos contigo). El día de esa foto estuve sobrio y perfecto toda la noche, no hace falta nada para subirse ahí a dar la nota, solo mucha cara, poca vergüenza. Allí todos íbamos a seguir siendo desconocidos, no había por qué no hacerlo. Supongo que lo que intento decir es que Madrid, aún siendo la capital mundial de lo hortera, es un sitio con posibilidades.

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