14/3/09

Cuanto más se habla menos quieren decir las palabras

Aviso: escribo con motivo de la presentación de mi nuevo documental ‘‘Franco: sus razones tendría’’:



Los demás. A veces me hacen sentir como si me quedara atrás de alguna forma. La sofisticación de la gente de hoy en día me intimida, me desplaza, no sé ser como ellos y tampoco me gustaría, la mayoría actúan de forma egoísta y manipuladora. Me he tropezado muchas veces con la hipocresía hecha personas en mi vida y he intentado comprender por qué hacían lo que hacían, por qué decían lo que decían... incluso ponerme a su altura para entenderles mejor, fue asqueroso. No sé por qué la gente hace lo que hace y quien me conozca sabrá dos cosas: que tengo un millón de pájaros en la cabeza y que tengo la ingenuidad de un niño, siempre creo que van a tratarme de la misma forma que yo trato a la gente. Pero son mezquinos, posesivos, envidiosos y a veces parece que lo único que buscan es verme sangrar y yo suelo anteponerlos a todos en mis decisiones. Me gustaría ser tan egoísta como las personas normales, tan de moda está que cada uno barra para su casa que es normal verme generalizar de esta forma. La noticia es que, por el camino, también he encontrado a gente que jamás imaginé que me encontraría: un amigo de la infancia me dejó un gran recuerdo y me ha servido de ejemplo todos estos años. Era valiente, extremadamente generoso y muy buena persona, la mejor persona que he conocido. Me enseñó que ser uno mismo sale caro, pero que merece la pena. Hace muchos años que no nos vemos pero sé que, si en algún momento de nuestra vida tocamos fondo, siempre podremos acudir el uno al otro y lo daremos todo para que el que haya tropezado de los dos se recupere en seguida. A veces tu forma de ser se altera según la persona que tengas delante. Podemos haber cambiado muchísimo todos estos años y al vernos volveríamos a tratarnos de la misma forma. Junto con este muchacho hay otras personas que me han parecido excepcionales: una chica cogió su guitarra española y tocó su canción para mí y mis amigos. La letra era inocente y preciosa, como su voz. Me dejó temblando. Le habían dicho que no tenía talento, pero la música daba igual. Durante los tres minutos que duró la canción, más o menos, todos los que estábamos allí vimos su alma, tuvo la valentía de ir a corazón abierto y cuando terminó de cantar fue como si el viento se hubiera llevado su voz y de repente se puso colorada mirándonos a todos, como si acabara de salir de un trance que le impedía darse cuenta de que la estábamos observando y escuchando. Todos flipamos y yo aplaudí hasta que me dolieron las manos, me pareció algo increíblemente precioso y me quedé mirándola el resto de la noche, prestando atención a sus movimientos y a lo que decía, intentando averiguar cómo pudo haber conseguido algo así de grande. También conocí a un tipo que le caía bien a todo el mundo, tenía madera de relaciones públicas. Ha sido la primera vez que he sentido que me han tratado infinitamente mejor de lo que yo he tratado a nadie y eso que con él me esforzaba especialmente. Se fue. Me hizo sentirme muy valorado en momentos en los que lo necesitaba de verdad y me animó a seguir escribiendo, aunque él creía en la ciencia y la filosofía y decía que la escritura en la que se utiliza la imaginación y no los hechos ni los datos era una pérdida de tiempo. Llegó a establecerme como excepción que confirmaba aquella regla suya, sé que le dejé sin palabras con algunas cosas que escribí y le animé a que escribiese él también, cosa que hizo, principios de ensayos filosóficos realmente geniales. Siempre he animado a escribir a casi todo el mundo porque creo que todos tienen historias que merecen la pena ser contadas, confío en ellos de verdad y me gusta creer en las personas por mucho que me decepcionen, me malinterpreten o me crucifiquen, creer en alguien es hacerle sentir especial y yo creo y admiro a este hombre más de lo que él me admira a mí, aunque no lo sospecha. Es de mis personas favoritas, un AMIGO, con mayúsculas. Y por último quiero hablar de una chica que está estudiando comunicación audiovisual y que, cuando entró en aquello, tenía una visión del cine un tanto distinta a la que tiene ahora y creo que soy el culpable. La puse en perspectiva más o menos, le hablé y recomendé todas las películas de los directores que adoro, le contagié mi amor por ellas y las interiorizó hasta poder ver perfectamente la distancia larguísima que separa lo palomitero-videoclipero del arte (arte que creo que he abandonado, aunque nunca le dije adiós)... hasta el punto de haber escrito una entrada genial en su blog.

2 comentarios:

Sugar Free dijo...

Lo que realmente me gusta de ti es la capacidad de mezclar lo absurdo y lo profundo. Ese "aviso" tan característico tuyo, con el video de hora punta (como te puede gustar tanto esa puta escena??!!jajaja) y luego esta entrada. Muy buena, en serio, solo que no me reconozco entre los buenos, debo de ser de los primeros mentados! Maldito hijo de...

Zoográfico dijo...

Siempre fuiste una zorra, Margaret, de ahí que se te trate como tal, jajaja.

Y esa escena es mítica por ser el sinsentido que menos viene a cuento de toda la historia. Es que es genial!!