18/10/09

Anorexia

Han sido 3 semanas fuera y estoy tomándome unos días libres desde que volví, creo que me quedan aún un par de cosas que hacer conmigo mismo antes de decir ‘hola a todos, he vuelto’. Me apetece estar por debajo del radar, ‘keeping a low profile’ dirían de donde vengo. Me lo he pasado como un ginecólogo, el viaje ha sido tan impredecible como quería que fuera. Doloroso, extenuante, glorioso e inspirador. He reído, he vagabundeado, he sido deslumbrado por el más grande, he desempolvado viejas sensaciones, he tenido tiempo de soledad, he caminado muchísimo (pasé del metro), he escrito cosas nuevas interesantes, me he dado cuenta de que las cosas no son tan imposibles, me he enamorado y he flipado, todo por poco más de 200 euros. Han pasado demasiadas cosas como para poder hablar de todas. El viaje no tenía expectativas, no creo en las expectativas ni en las ideas en la cabeza tipo ‘esto debería ser así o asá’. La libertad era la única expectativa y fue una suerte que la libertad estuviera de moda allí. Todo el mundo iba como le salía de las narices y hacía lo que les salía de las narices, están muy por encima de la mentalidad de pueblo cuchicheante y señaladora española. Aquí no hay día que salga a la calle y no me señalen o comenten algo sobre mi pelo o sobre mi loquesea. En Madrid directamente me piden hacerse fotos conmigo (y se las hacen, si eso les hace felices, que así sea). Allí, sobretodo en Camden (fue un dulce reencuentro), me sentí en mi hogar, la gente me miraba y les parecía bien, igual que a mí me parecía bien cómo iban ellos, aunque aquello parece haberse convertido en una competición por ser más estrafalario, pero no seré yo quien critique algo así, me gusta que cada uno vaya como le dé la gana, son libres de hacerlo. Este viaje parece sacado de una novela de Kerouac, se ha hecho todo lo que no se puede hacer en tu ciudad natal (ni en tu país natal). El turismo nunca fue conmigo, quiero decir, yo entré en el Museo Británico a cargar el móvil. Sabía que tenían un enchufe libre cerca de los cuartos de baño, conecté el cargador allí y me quedé media hora sentado en el suelo mientras la gente pasaba y se me quedaba mirando con cara de ‘¡¿será sinvergüenza?!’ pero nadie me dijo nada, así son los ingleses, se lo guardan para demostrar toda esa educación que tienen y que no tengo… y yo no me voy a preocupar por el qué dirán en otro país si no me preocupo por esas gilipolleces ni en mi casa. Así que no fui a hacer lo típico, aunque eventualmente hiciera un par de cosas así, el resto de la panda me dio libertad suficiente como para no sentir que estaba haciendo algo que no me apetecía y nos separábamos sin complicaciones cuando cada uno quería hacer una cosa que no le interesaba al resto. Todo un sueño. No faltó tiempo, tampoco sobró y ahora aprecio más mi cama que nunca, por eso me gusta hacer de mis viajes un desafío físico y mental, vuelves dándole más importancia a tu mundo de la que creías que tenía.

1 comentario:

Anónimo dijo...

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