21/10/09

Reclamando el trono

Man, I love this song

No suelo exteriorizar y acostumbro a alejar de mí (conscientemente algunas veces, inconscientemente otras) a los que me importan por su propio bien, esa es la clave de todo, no soy más difícil que eso. Acabo de rechazar a una persona por miedo a hacerle lo que le hice a otra, tengo que darle vueltas a eso hasta superarlo. Me di cuenta hace poco que, cuando digo que no me comporto como suelo o cuando digo yo no soy así o que ese no soy/era yo, es porque estoy imitando el comportamiento de mi padre y yo, para bien y para mal, no soy mi padre. De él he heredado unas cuántas cosas: la ‘singularidad’, la necesidad de distanciarme del resto, enfados que hacen que tiemble la Tierra y, si no me cuido, diabetes e hipertensión. No es poco, pero si no lo mezclas con la a veces ingenua fe en las personas, la solidaridad y, por qué no admitirlo, la prepotencia provocada por la inseguridad de mi madre, no tendrás el cuadro completo… aunque, aún así, faltan piezas que supongo que vienen a constituir mi puro yo, lo que no viene de ningún otro sitio, sino de mí. Va a sonar a coña, pero mi pelo es más rubio cuando soy feliz y más apagado cuando estoy triste. No es algo que me imagine, recuerdo que cuando era feliz me decían ‘estás más rubio’ y no me lo decía cualquiera ni tampoco pocas personas. El color de mis ojos es el que más cambia con respecto al día y estado de ánimo. Verde intenso cuando hace sol y estoy feliz y tranquilo, azul cuando estoy triste o preocupado por algo y gris cuando está nublado, en sentido literal y metafórico. Me molesta tener los cabreos de mi padre, pero mirando con perspectiva las veces en las que me he enfadado de verdad, todas fueron a causa de lo que entendí como injusticias manifiestas, no siempre hacia mí persona y siempre a vaso colmado, es decir, no salto a la primera ni a la segunda ni a la tercera, suelo callarme en todas ellas porque pienso que la persona que hay en frente se ha dado cuenta también de que lo que acaba de decir o hacer no es justo y que recapacitará para no volver a cometer ese error. Creo en la educación de las personas, que casi todo el mundo tiene una y que saltar a la mínima es, en parte, creer que una persona no se puede dar cuenta de sus propios fallos por sí misma y eso es menospreciarla. Yo me callo porque cuando cometo un error soy consciente de ello y prefiero que me den tiempo para reflexionar sobre él hasta llegar a la conclusión y aprender de mi error a que me lo reprochen directamente, porque eso fuerza una confrontación que me hace respaldar mi propio error y no dar mi brazo a torcer, es cuestión de lógica, pero cuando la gota colma el vaso la gente se lleva palos por todos los errores cometidos de los que parecen no haber aprendido una mierda. La putada es que no soy rencoroso y sí muy olvidadizo, así que cuando llega la hora de la verdad no puedo nombrarles lugar ni sitio exactos la mayoría de las veces, solo cuántas veces me han hecho sentirme mal por haber sido injustos conmigo y eso, queridos amigos de la Nave del Misterio, es una faena. ¿Cómo voy a recordar yo nada si cada día estoy a algo distinto? En mi memoria no queda sitio para las gilipolleces.

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